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En ’Dos obras de teatro en casa’, Xhaíl Espadas Ancona abre las puertas de dos hogares poblados de fantasmas —algunos literales, otros emocionales— y nos invita a entrar como testigos de los nudos afectivos y políticos que han moldeado la vida de generaciones de un grupo de mujeres en Mérida, Yucatán.Es importante tener en cuenta que estas casas, que se parecen entre sí, están situadas: son casas meridanas que bien pudieron haber sido construidas después de la segunda mitad del siglo XIX. Sus muros gruesos y techos altos transpiran humedad y guardan el eco de las risas y los lamentos con la misma obstinación con que retienen el calor. En el interior de ellas, el tiempo es enredado y el polvo se acumula junto con las preguntas y los reclamos que sus habitantes quizá no pudieron hacerse en voz alta.Las dos obras de teatro que la dramaturga presenta en esta compilación se instalan en ese espacio yucateco donde las estructuras familiares se despliegan en relaciones laberínticas de ternura, cuidados y, también, de opresiones heredadas.’En Manuelita, alma de mis amores:’, el hogar se convierte en el escenario donde el amor se consuma, se interrumpe y se posterga. La figura de Manuelita, construida con esmero a partir de cartas reales, encarna a una mujer que espera el regreso del esposo, el alivio del duelo, la estabilidad que no llega. Y entre esas paredes aparece Doña Política, un personaje que irrumpe con fuerza para volverse una presencia invasiva constante.Esa misma figura, la de Doña Política, reaparece en ’En casa’, como si hubiera cruzado de una obra a otra, de una casa a otra. En esta segunda obra, las generaciones de mujeres conviven en una especie de limbo temporal dentro de la misma casa: madres, hijas, abuelas y bisnietas se encuentran sin aviso, se reconocen, se enfrentan, se acompañan. Y todo ocurre bajo el mismo techo, como si esa casa fuera también una caja de resonancia de lo no resuelto.Es importante señalar que los personajes de Xhaíl no son ejemplares, no buscan representar a la sociedad ni encarnar una tesis. Al contrario: cada uno de ellos carga con la singularidad de su pequeña historia, con sus contradicciones, sus errores, sus ternuras.Pasen, y recuerden que los personajes no saben que están ustedes como testigos (o quizá sí). Sean bienvenidas. 10