En este libro se exponen ideas que he ido enhebrando y que son el resultado de muchos años de pensar, hacer y enseñar sobre este tema de la vivienda, la casa, el hogar, el cobijo, el refugio o como queramos llamar a esta constante de la vida humana que nos acompaña a través de todos los tiempos.Creo que estas reflexiones tienen como marco y guía conceptual lo que surge de dos importantes exponentes de nuestra cultura, que aquí transcribo:Primero un pequeño cuento de Enrique Wernicke, gran escritor olvidado por la cultura oficial, que dice así:Discutíamos de arquitectura. Un audaz había puesto por el suelo las últimas construcciones soviéticas; le respondía un estudiante que leía a Le Corbusier. Intervino un tercero y citó el Rockefeller Theater. Invocamos lo racional. Y alguien nos llamó a sosiego.Cada uno fue enunciando sus pretensiones: un hall, tres dormitorios, una sala de juego.Dos baños, cocina, antecocina y lavadero. Otro agregó calefacción. Y después aire acondicionado, la heladera, el jardín, una pileta con trampolínY de pronto nos acalló el viejo don Juan:La casa que yo les digomiró en redondo y reclamó silencio, imperiosamente: ¡Déjenme hablar!Era el mayor, el más pobre, el más humilde de la mesa. Y yo grité: ¡Déjenlo hablar!Y entonces dijo:La casa tiene un portón. Y en el portón un timbre. Suena el timbre. Voz que grita: ¡aquí venimos a comer asado! Pero. ¡no te calientes! Traemos la carne y el vino.¡Está todo solucionado!También tuvimos un poeta, un arquitecto poeta, Federico Peralta Ramos, que como él decía era fundamentalmente cantor. De él es un extenso poema que repite y repite la frase:Yo soy de acá, me gusta acá.Yo soy de acá, me gusta acá.Yo soy de acá, me gusta acá.Yo soy de acá, me gusta acá.MAS, PARA QUE AGREGAR.¿ NO ?