Del juego de las letras al juego de los objetos hay apenas un pequeño paso y lo damos al romper una confitura para sacar el dístico. Algo similar ocurre cuando en lugar del papel vemos ahora sí un trozo de máquina adherido, un costado o el través de ella; también cuando tocamos los botones de la hoja para que giren los nombres sobre la carilla editada.