La poesía es uno de los pocos placeres solitarios que no llegan a la categoría de pecado. Es, al decir de Wordsworth, «el desbordamiento espontáneo de sentimientos poderosos: surge de las emociones recordadas en la tranquilidad». Pero no conviene olvidar, con Gabriel Celaya, que también puede ser «un arma cargada de futuro.» Es esto y mucho más.