La Guía del uso racional de las drogas defiende que es posible consumir cualquier droga, tanto las drogas legales como las ilegales, de forma responsable y con racionalidad. A lo largo de las últimas décadas se ha podido constatar que la mayoría de los consumidores de drogas no adictos establecen reglas y normas de consumo que previenen los riesgos de las drogas, lo que les permite disfrutar en mayor medida de sus efectos deseables. Ahora bien, también es cierto que muchos de ellos siguen sufriendo reacciones adversas por el mal uso de las drogas, como son alteraciones del estado de ánimo, golpes de calor, malos viajes, y otras consecuencias indeseables, incluso la muerte. La política prohibicionista de las drogas, dominante hoy en día, es en parte responsable de este estado de cosas. Por una parte, porque insiste en el objetivo de la abstinencia, del consumo cero, que la mayoría de los consumidores no están dispuestos a seguir, como tampoco estos consumidores dan crédito a las informaciones catastrofistas sobre el efecto de las drogas, que claramente no comparten. El enfoque de la reducción de daños y riesgos de las drogas, que sigue en buena medida esta Guía, propone una nueva actitud ante el fenómeno de las drogas, donde una información libre de prejuicios sobre la droga y una actitud permisiva sobre el consumo está resultando una estrategia mucho más productiva y útil. Esta Guía presenta una información más en sintonía con las actitudes y predisposición de los consumidores de drogas, ofrece gran cantidad de consejos para el uso moderado de drogas legales (tabaco, alcohol y ¡teléfonos móviles!), ilegales (éxtasis, anfetaminas, cocaína, etc.), describe un método de sugestión para reproducir mentalmente los efectos de drogas, y quiere compartir reflexiones con políticos y profesionales de la salud sobre la necesidad de aprender a convivir con las drogas. 10