Juan Jacobo Doger / Juan Jacobo-Doger
Bailaron durante toda la noche y al finalizar la orquesta el último danzón, presionándola por un brazo, y mirándola a los ojos para mirar el efecto que en ella causaban sus palabras le dijo con suavidad: 'o tú te haces, o tú no eres real.'Ninguna señal de emoción, de aquiescencia, o de repudio, en aquellas pupilas frías y suaves como los mismos tallos de la luna, que clareaba las sombras de la terraza, sofocada por el olor de los jazmines que florecían en las arriatas de las esquinas.'Anda y dime. Seme franca. ¿Cuál es tu juego?'El mismo silencio en la blandura inescrutable de sus ojos y el mutis de los labios espléndidos a la vez que esquivos.'Mira que no he dejado de pensar en ti ni un solo minuto a partir del momento en que nos separamos. Reconozco que entonces fui brusco y que no podía esperarse otra reacción de una mujer decente como tú.'Ahora los ojos le parecían más hermosos e intensos. Eran como dos pedazos de una noche de primavera,'de las que invita a los enamorados a vagar por el enigma de los senderos plenos de murmullos, y de floraciones alborotadas. Dos imanes tirando del tiempo hasta paralizarlo con las estaciones de un reloj mágico, sin cifras ni agujas, sin las mordidas del monótono tic tac; pero todo latidos.